Hubo un tiempo en el que vender me dolía.
No porque no supiera cómo hacerlo, ya había estudiado con grandes referentes y aplicaba todas las tácticas: lanzamientos, embudos perfectos, ofertas irresistibles. Pero nada de eso me daba paz.

Los resultados llegaban, sí, pero eran inestables. Y cada venta me costaba más de lo que me daba. Tenía el conocimiento y el propósito, pero había perdido el alma en el proceso.

Hasta que entendí que el problema no eran las ventas… era desde dónde estaba vendiendo.
El día que alineé mi energía, mi esencia y mi visión con mi forma de vender, todo cambió:
dejé de perseguir clientes, ellos empezaron a buscarme, mis ingresos se estabilizaron y crecieron sin sacrificar mi tiempo ni mi paz.

Hoy, después de más de 10.000 estudiantes en mi Escuela de Negocios Conscientes y de haber acompañado a coaches, mentores, emprendedores y terapeutas a vender más de 1 millón de dólares en conjunto, sé algo con certeza:
No necesitas forzarte ni llegar al límite para vivir de tu propósito.
Solo necesitas aprender a vender desde un lugar nuevo, coherente y expansivo para tu alma.